Título : Caesar III
Año : 1998
Desarrolladora : Impressions Games
Plataforma : PC
Género : Gestión
He de reconocer que soy admirador del imperio romano. No por sus tácticas bélicas ni por sus conquistas, no soy totalmente antibelicista, si no por su capacidad de construir grandes ciudades y su arquitectura.
Me maravilla como hace más de dos mil años, ya se usaban soluciones que hoy en día seguimos usando. Sus ciudades ya tenían alcantarillado por donde corría el agua, servicios públicos como bibliotecas u hospitales, leyes hechas para que la ciudadanía pudiese convivir en paz o incluso aceras para que los peatones pudiesen recorrer las calles sin ser atropellado por ninguna carreta. Es realmente difícil visitar Pompeya y no maravillarse ante lo adelantado que estaba el imperio romano y lo bien que planificaban sus ciudades.
Así que no es extraño que cuando Impressions Games decidiera crear su franquicia City Building Series, la situara en el imperio romano. Y es que el primer juego fue Caesar. Un movimiento muy inteligente por parte del estudio, de esta manera se alejaba lo suficiente del gran Sim City ofreciendo algo diferente y además atraía a todos los amantes de la historia como un servidor. Y es que Impressions Games siempre tuvo claro que pese a ser un juego, teniendo obligatoriamente que tomarse alguna licencia, el titulo tenía que ser lo más realista y riguroso posible.
Esto hizo que el primer juego fuera todo un éxito. Pese a que era algo tosco, uno se sentía todo un gobernador al cargo de una provincia, haciendo cumplir el orden y viendo como prosperaba la ciudad, si hacíamos todo correctamente, claro está. No era muy difícil que todo se nos fuera de las manos y una plaga o incluso el hambre, acabara con nuestros ciudadanos, haciendo que Cesar pidiera nuestra cabeza.
Gracias a que Impressions Games dio con la tecla correcta, pudimos disfrutar de una segunda parte mucho más depurada que al anterior y en 1998 de una tercera, que para muchos, está considerada el cenit de la saga. Por ello, en el artículo de hoy, os hablare de Caesar III, aunque muchas de las cosas que nombrare hoy, pueden utilizarse para las dos entregas anteriores, pues realmente, cada iteración no era más que perfeccionar una formular que funciono de maravilla del primer día.
Lo que nos ofrece Caesar es ser todo un gobernador del imperio romano, como bien os explicado antes, cosa que podemos hacer de dos maneras distintas. Un modo libre donde podemos construir hasta que nos aburramos, solo teniendo como límite nuestros fondos y la orografía del mapa, teniendo cada escenario sus propias particularidades. El otro modo es toda una campaña, donde deberemos ir ascendiendo poco a poco por el escalafón social hasta convertirnos en Cesar.
Para ello tendremos que ir cumpliendo una serie de misiones, cada una en una provincia diferente, que como podremos esperar, ira de fácil a casi imposible. Las primeras misiones serán cosas sencillas, como simplemente hacer prosperar una ciudad ya creada o exportar una serie de bienes, pero más adelante la cosa ira complicándose, teniendo que enfrentándonos a ciudades en autentica decadencia o incluso sitiadas por el enemigo. No olvidemos que en todo momento somos un gobernador de Roma, en plena expansión del imperio. Los enemigos son muchos y estarán ansiosos por destruir, saquear y conquistar nuestras ciudades.
Afortunadamente, no estaremos indefensos. Roma no se caracterizó por ser un imperio débil, militarmente hablando, así que tendremos varias tropas disponibles e incluso la posibilidad de crear nuevas, que nos defiendan de los enemigos. O porque no incluso, aplastarlos por completos, que en ocasiones, será nuestro objetivo. Para ello, el juego incluye un pequeño apartado estratégico, que ya estaba en la entrega anterior, pero que ha sido mejorado notablemente. No obstante, para aquellos que nunca hayan jugado a Caesar III, hay que aclarar que no esperen nada parecido a Comand & Conquer ni Age of Empires, títulos que tarde o temprano pasaran por aquí, es mucho más modesto.
En el modo batalla, comandaremos varias legiones, representadas por una veintena de soldados. Lo único que podremos hacer es ordenar en que formación deseamos que se pongan nuestros soldados y decidles a donde deben ir, poco más. Cuidado, esto quiere decir que podamos atacar a tontas y a locas. Enviar las tropas equivocadas o hacerles formar de una manera poco óptima supondrá la derrota. Cada enemigo requiere ser estudiado y hacerle frente de manera diferente. No es lo mismo atacar la caballería con arqueros que con soldados rasos ni hacerles formar en grupo no es lo mismo que en línea. Con una manera seremos u muro infranqueable y de otra, seremos arrasados sin piedad. El apartado militar no es el más elaborado del juego pero tampoco es un juego de niños.
De todas formas, nuestro peor enemigo estará en casa. No hemos de olvidar que somos un simple gobernador a las órdenes de Cesar. En todo momento tenemos que cumplir sus deseos, por caprichosos que sean, sin poder replicar. De no hacerlo o de quedarnos sin fondos, el emperador mandara a sus legiones para que destruyan la ciudad. Puede parecer injusto pero no hemos de perder de vista que el juego realmente es un gestor de ciudades y ahí es donde está toda la carne. Construyendo ciudades es como pasaremos más horas y más nos divertiremos. En este apartado, el juego es impecable. Cada detalle esta cuidado con mimo.
Todo se controla con el ratón y a través de sencillos menús. Realmente, estos ocupan una parte muy pequeña de la pantalla, quedando el resto para la zona de juego, que es realmente la que interesa y la más vistosa. Da gusto ver toda una ciudad en pleno funcionamiento, con transeúntes de aquí para allá, haciendo sus vidas.
El funcionamiento del juego es sencillo en su planteamiento pero complicado en el fondo. Para construir solo tenemos que escoger que edificación queremos, estando todas agrupadas por sectores, decidir dónde ponerla y hacer clic. Nada más. Lógicamente, hay edificaciones que no podemos poner donde nos venga en gana, un puerto marítimo no puede estar en medio de la montaña ni una cantera de mármol en un bosque. Aun así, el juego nos señala fácilmente donde podemos construir y donde no. Ahora viene la parte complicada. Si bien podemos construir como nos venga en gana, hacerlo a lo loco supondrá sumir a la ciudad en el caos y la miseria.
Como todos sabemos, una ciudad necesita unos servicios mínimos para subsistir y más en aquellos tiempos, donde la comunicación entre ciudades era más pedestre. Podemos comprar y vender a otras ciudades, apartado del que hablare más adelante, pero intentar subsistir de comprar a otros es de auténtica locura. Nuestros ciudadanos necesitan hogar y alimentos para subsistir. No construir granjas o construir pocas, hará que el hambre se extienda por la ciudad, así que una de nuestras prioridades será construir suficientes viviendas y granjas para que el balance de lo que se siembra y lo que consuma este igualado como mínimo e incluso, se cultive mucho más de lo que se consume. Una vez tengamos lo básico cubierto, quedara satisfacer peticiones más elevadas pero igualmente importantes. No podemos olvidarnos de la seguridad ni la educación ni la sanidad. Ni de los propios dioses, que juegan un papel muy importante, si no se les rinde el suficiente culto, descargaran su ira contra nuestra ciudad.
Aquí es donde es vital construir la ciudad con cabeza. No podemos obviar ningún aspecto de la ciudad y tenemos que planificar las cosas con cuidado, que solo haya un médico en una punta de la ciudad hará que una parte muy pequeña tenga acceso a él y hayan plagas en la otra parte. Y más en esta entrega, pues si bien en Caesar II los edificios tenían un área de influencia, aquí la cosa funciona de manera totalmente diferente, los diferentes servicios irán visitando las casas colindantes, en forma de empleados. Por ejemplo, podremos ver paseando a médicos, sacerdotes, arquitectos o incluso actores, que prestaran sus servicios a la comunidad de manera automática al pasar al lado de los hogares, cubriendo sus necesidades de comida, religión, diversión o sanidad. De ahí la necesidad de construir calles bien planificadas, de esta manera el empleado podrá dar servicio a los ciudadanos de manera rápida, si hacemos calles con muchas carreteras o caminos que no lleven a ningún sitio, nos encontraremos que los empleados darán vueltas de manera errática. Pudiendo hacer que ciertos ciudadanos estén muy satisfechos pero en cambio sus vecinos no tengan ningún servicio disponible.
Lo cierto es que esta manera de dar servicios, dificulta un poco el juego, siendo más sencillo simplemente por área de influencia, pero a los pocos minutos nos habremos acostumbrado y estaremos construyendo ciudades como un verdadero gobernador romano. Además hay que destacar que no estaremos solos, por una parte que el juego dispone de auténtica enciclopedia para poder consultar que hace cada edificio e incluso como eran históricamente, añadiendo un punto educativo al juego, y por otra tenemos a los asesores, que sin duda será una de las pantallas que más visitaremos. Divididos por temáticas, nos irán informando de las distintas necesidades de nuestros ciudadanos mediante gráficos y estadísticas, pudiendo regular impuestos, salarios públicos, prioridades a la hora de asignar empleos e incluso celebrar festivales en honor a los dioses. Incluso tenemos un asesor jefe, que nos informara en una sola pantalla de toda la situación de la ciudad y de los principales problemas. Otra de las maneras de saber cómo va la ciudad, es directamente preguntar a los transeúntes que circulan por las calles. Con una simple frase, nos dirán su opinión.
Aquí no acaba todo lo que nos ofrece el juego, construir una ciudad cuesta muchos sestercios y aunque el Cesar nos da un pequeño crédito, en algunas misiones ni eso, también tendremos que ocuparnos de llenar las arcas de la ciudad, cosa que tendremos que hacer mediante impuestos y comercio. Los impuestos, que podremos graduar a gusto, vendrán de los bolsillos de los ciudadanos. Cuanto más alto sea su nivel de vida, mas pagaran, llegando a convertirse en patricios, última etapa donde pagaran altos impuestos pero no trabajaran, así que tendremos que ir con cuidado, una ciudad de patricios, hará que nadie trabaje en granjas ni en ningún servicio. Aunque que toda la ciudad llegue a ser patricio es difícil, casi imposible, pues los ciudadanos solo evolucionaran si cubrimos todas sus necesidades, tanto vitales como estéticas.
El comercio por otra parte, dependerá de la industria y los plebeyos, que si bien no pagan tantos impuestos, son la mano de obra de la ciudad. Cada provincia esta comunicada con otras ciudades, pudiendo crear rutas comerciales entre ambas, a cambio eso sí, de primero pagar una licencia de comercio. A partir de ese momento, podremos comerciar tanto con materias primas como con productos artesanales, cada ciudad comprara y venderá una serie de productos, creando toda una red de importación y exportación que nos ayudara a llenar las arcas y conseguir productos que nos hagan falta, ya sea por escasez o simplemente porque no tenemos acceso a materias primas en nuestra provincia.
Aunque el apartado económico, al igual que el militar, no es el más elaborado del juego, la verdad es que está bastante pulido para cubrir nuestras necesidades de manera sencilla. Con un simple clic podemos decidir que comprar, que vender y cuanto material queremos estar en stock. Si hacemos las cosas bien, en poco tiempo tendremos una economía sana y no tendremos que depender del Cesar, que si bien en ocasiones será benevolente y nos cederá un crédito si nos quedamos sin dinero, en la mayoría de ocasiones mandara ejecutarnos si las arcas del estado quedan a cero.
Todos estos aspectos, convierten a Caesar III en uno de los mejores juegos de gestión que jamás hemos podido probar en nuestros PC, no es extraño que más de quince años después, siga siendo tan fresco y divertido como el primer día. Uno de esos juegos que siempre apetece echar una partida, con el cual podemos estar horas y horas, sin ni siquiera darnos cuenta. Incluso Impressions Games llego a ver que con este título había refinado la formula y poco después nos ofreció Faraón, Señor del Olimpo – Zeus y Emperador: El Nacimiento de China, que eran el mismo juego pero ambientados en diferentes épocas como eran el antiguo Egipto, la clásica Grecia o la imperial China. De hecho, todo lo que he comentado, podría decirse de esos tres juegos, pues son títulos hermanos, eso si cada uno con sus particularidades características.
Si sois amantes de la historia y de los juegos de gestión, Caesar III, Faraón, Señor del Olimpo – Zeus y Emperador: El Nacimiento de China, son unos juegos que no podéis pasar por alto. Os proporcionaran horas y diversión, además de que sus escasos requisitos que piden, hacen que sean instalables en cualquier PC actual, incluso un netbook, siendo de aquellos juegos que uno tiene siempre en el disco duro, para echar una partida de vez en cuando.
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[…] Cuando el compañero Murshus me dijo que tenía un videojuego basado en el imperio romano, Ipso facto acudí a su casa. Como amante de lo grecorromano, no podía dejar escapar una oportunidad como aquella. De ahí, mi amor hacia Caesar III. […]
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